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Cuerpos (cada vez más) imposibles: la evolución del físico en la NBA

Cuerpos (cada vez más) imposibles: la evolución del físico en la NBA

En el baloncesto siempre ha existido una comprensible obsesión por el tamaño de los jugadores, dado que aquellos que son más altos deberían, a priori, tenerlo más sencillo para acertar a meter el balón en la canasta. El “burro grande, ande o no ande” ha tenido siempre mucho peso en este deporte, y en muchas ocasiones se sigue valorando más la altura que el talento, especialmente en jugadores jóvenes. Al fin y al cabo, hay otra frase típica aplicada al baloncesto que dice que “la altura no se entrena”. Pero ¿hasta qué límite se lleva esa máxima sobre la altura, y cómo han evolucionado los físicos de los jugadores a lo largo de las diferentes épocas?

Si cogemos los datos de las alturas registrados por la NBA desde su temporada inaugural, encontramos que la estatura media de los jugadores de la liga fue en un aumento constante durante los primeros 30 años de competición. Según dichos datos, en 1947 la altura media era de 1,88 metros (6’2 pies); en 1957 era de 1,93 metros (6’4 pies); en 1967 era de 1,96 metros (6’5 pies); en 1977 era de 1,98 metros (6’6 pies); y en 1987 era de 2,01 metros (6’7 pies).

Pero fue justo en ese año, en 1987, cuando esa tendencia creciente cambió y empezamos a ver más variaciones en la altura media. Y el principal motivo fue un cambio en las normas que se produjo unos años antes, en la 1979-80, y del cual ahora conocemos sus amplias consecuencias: la introducción de la línea de 3 puntos. Esa campaña 1987-88 fue la última en la que se lanzaron menos de 6,6 triples por partido. A partir de ese momento el uso de los tres puntos fue creciendo exponencialmente. La NBA consiguió lo que quería: hacer que el juego fuera más atractivo y que las estrellas de la liga fueran más diversas, rompiendo la tendencia a jugar cada vez más cerca del aro y a la acumulación de cuerpos en la zona.

Hasta la entrada de la línea de tres puntos el único interés que había era el de estar cada vez más cerca de la canasta, tanto en la pista como en las alturas, y eso llevaba a partidos toscos, físicos y monótonos. En todas y cada una de las temporadas entre la 1965 y 1980 el MVP fue un interior. Con el triple se añadió un incentivo matemático para alejarse del aro y de la zona, y para dejar de dar prioridad al tamaño y hacerlo más con el talento. Y el perfil físico del jugador que más se buscaba dejó de ser el “cuanto más alto, mejor”.

Adaptarse o morir

Esa evolución del juego y de los físicos fue muy progresiva hasta lo que conocemos hoy en día. Incluso después de la introducción del triple, hubo una época en la que si eras estadounidense y medías 2.13 metros (7 pies) o más, tenías muchas posibilidades de jugar en la NBA. No existe un registro de personas que cumplan con ese requisito de altura en Estados Unidos, pero en el año 2011 Sports Illustrated publicaba un artículo en el que se aseguraba que la cifra de personas que llegaban a los 2.13 o lo superaban teniendo entre 20 y 40 años estaba seguramente por debajo de las 70 en todo el país. La misma revista hacía la siguiente extrapolación: si medías entre 1.98 y 2.03, tenías un 0,06% de probabilidades de llegar a la NBA. Pero si medías siete pies o lo superabas, tenías más de un 17% de probabilidades.

Si bien la tendencia a buscar jugadores cada vez más altos se frenó a finales de los años 80, el peso medio de los jugadores continuó en aumento hasta alcanzar su pico de 100,2 kilogramos (221 libras) en el año 2011, respondiendo a las necesidades de una NBA cada vez más atlética y musculada. Desde entonces, el mayor uso de los triples y la generación exterior ha tenido como consecuencia que entren de nuevo jugadores más bajos y ágiles en la liga, y que el peso medio haya descendido hasta los 98,4 kilogramos (217 libras).

Con la nueva lluvia de puntos desde la larga distancia, el juego fue alejándose de los hombres altos de manera progresiva. Aún hubo algunos muy dominantes, como Hakeem Olajuwon, Patrick Ewing, Shaquille O’Neal o Dwight Howard. Pero cada vez eran menos los interiores que controlaban el destino de la liga. Esa desaparición sostenida de hombres altos determinantes llegó hasta el punto de que la NBA eliminó la posición de pívot a partir de la temporada 2012-13. Sin embargo, los hombres altos dominantes no se habían marchado para siempre, solo estaban evolucionando, siguiendo la teoría darwinista, adaptándose al baloncesto moderno.

Una nueva camada de hombres altos de alto impacto comenzó a llegar a la NBA entre 2013 y 2015. Al principio algunos de ellos fueron denominados “unicornios”, por lo poco común que era hasta entonces ver a alguien tan alto con esas habilidades, pero pronto incluso ese término fue quedándose corto. Mientras en la televisión o las redes sociales los interiores tradicionales se lamentaban por haber perdido el juego en el poste, los hombres altos modernos tenían que responder ante más exigencias, defendiendo a más posiciones, cubriendo más terreno, con responsabilidades generadoras y la necesidad de ser una amenaza también lejos del aro.

Adaptándose a los nuevos tiempos, los Giannis Antetokounmpo, Nikola Jokic o Joel Embiid, cada uno en su estilo, devolvieron a estos perfiles físicos hasta hace no mucho en peligro de extinción a la lucha habitual por el MVP.

“Son jugadores de baloncesto que da la casualidad de que son muy grandes”, decía recientemente Bill Walton al Wall Street Journal, “en vez de ser tipos muy grandes que están intentando jugar al baloncesto”.

El futuro

Que ahora tengamos a tres hombres altos (Joel Embiid mide oficialmente 2,13 metros, Nikola Jokic y Giannis Antetokounmpo, 2,11) peleando por el MVP no ha hecho que la altura media de la liga haya vuelto a crecer, al menos de momento. Más bien todo lo contrario: desde 2011, cuando la altura media era de 2,01 metros, la altura media ha ido descendiendo.

En esta temporada 2021-22 la media de altura ha sido de 1,98 metros, aunque también debemos tener en cuenta un nuevo factor. Desde la temporada 2019-20 la NBA cambió su forma de medir a los jugadores, pasando de hacerlo con zapatillas a hacerlo sin ellas para conocer la altura real de cada jugador, y que no influyeran las “políticas” como había sucedido en ocasiones anteriores en las que se habían inflado las alturas de algunos jugadores. De esta manera, hubo algunos de ellos que perdieron casi 5 centímetros de altura, como Robert Williams, Tacko Fall, J.J. Barea, Derrick Rose, Draymond Green, Dwight Howard, Tobias Harris… medirse con zapatillas con plataforma y una plantilla gorda ya no vale.

Más allá de nuevas normativas y de tecnicismos, la cuestión sobre cómo serán los físicos del futuro en la NBA invita a pensar que ya no veremos tanto énfasis en la altura máxima como hace unas décadas, pero tampoco se obviará por completo lo importante que es el tamaño en este deporte. Y solo hace falta echar un vistazo a las tendencias actuales para intuir por dónde van a ir los tiros.

El mismo Kevin Durant teorizaba sobre ello hace unas semanas en el podcast de J.J. Redick: “esta es mi teoría sobre lo que va a ser el baloncesto en el futuro: van a ser todos jugadores de 2,01 a 2,06 a lo largo de todas las posiciones, desde la de base hasta la de pívot. Miras a los Clippers y casi todos sus jugadores son aleros. Miras a Toronto y lo mismo, a Boston. Tienes a gente que puede defender en las cinco posiciones ahora. Ese es el futuro del baloncesto: tamaño, atleticismo y habilidad.”

Piensa en un equipo formado por Luka Doncic, Jayson Tatum, Brandon Ingram, Aaron Gordon y Bam Adebayo. Todos ellos miden entre 2,01 y 2,06 metros. En cuanto a alturas y físicos, esa es la teoría más compartida sobre lo que puede ser el futuro del baloncesto, la que defiende Durant. Cinco jugadores en la pista al mismo tiempo que puedan compartir todas las funciones.

Esa es la teoría, al menos. En la realidad siempre seguirá tirando en mayor medida el “burro grande, ande o no ande”, especialmente si son tan buenos como Antetokounmpo, Jokic o Embiid, y también seguirán apareciendo esos Stephen Curry, Damian Lillard o Kyrie Irving que bajen la altura media a cambio de subir el nivel de talento. Porque la altura media podrá ir en aumento o descenso, pero siempre será el talento, y no el tamaño, lo realmente determinante.

 

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